Nuestra mente es como un director de cine que siempre está dando vueltas a las cosas

Entre mis amigos se encuentran un director de cortometrajes, un director de teatro, y un par de actrices y actores, pero sin lugar a dudas el director de las producciones más espectaculares que conozco es nuestra mente. O por lo menos la mía es capaz de montarse grandes superproducciones con pocos recursos y además capaz de contratar a los actores sin que ellos sepan nada de nada, lo cual es digno de admiración.

122952Sí, mi mente es un gran directora, pero tiene un problema, es muy aficionada a los dramas. De hecho es su especialidad. Y esto tiene sus consecuencias, porque una vez montada la película la pone y la repone hasta que consigo hacerla mía (y los actores sin enterarse de nada), con las consecuencias que esto tiene.

 

Tal vez esto te ha podido pasar también a ti. Por ejemplo, alguien te dice que te va a llamar por teléfono y luego no lo hace. Entonces tu mente comienza la super-producción: ¿por qué no me ha llamado? ¿Qué estará haciendo? ¡Qué falta de respeto! Seguro que se ha ido con sus amigotes y ni se acuerda de mi… Y así el guión completo, efectos especiales incluidos y el otro actor sin enterarse de nada. Así que cuando la otra persona te llama, tu ya tienes toda la artillería preparada para la guerra, mientras la otra persona intenta sin éxito explicar que no te ha llamado porque se quedó sin batería…

 Conclusión: la superproducción no ha servido de nada… O sí… En realidad lo que conseguimos es aplacar la adicción de nuestro cuerpo. Sí, he dicho de nuestro cuerpo, porque lo que hacemos al montarnos la película es que nuestra amígdala comience a segregar neuropéptidos, nuestra adrenalina suba, la presión arterial y el ritmo cardiaco aumenten, de manera que estemos preparados para el ataque. Y con el tiempo nos volvemos adictos a todas estas sustancias. Y como buenos adictos tratamos de conseguir acabar con el mono de la manera más eficaz posible, esto es, creando grandes fantasías y dramas imaginarios todos los días, que pueden llegar afectar a nuestra salud.

Pero, ¿qué pasaría si dejásemos de convertirnos en directores de cine (y dejar a los profesionales que hagan su trabajo) para empezar a vivir en el momento presente?

792989Nuestro cerebro es capaz de procesar más de 400.000 millones de pensamientos al día y solo 200.000 son pensamientos conscientes, y de los cuales gran cantidad son grandes superproducciones que repetimos una y otra vez para poder superar el “mono”, pero muy alejados de la realidad y del momento presente. Ante esto, la buena noticia es que podemos romper esta adicción y cortar la repetición de programas que nos dañan, “solo” es cuestión de decidir qué queremos hacerlo y comenzar a enfocar nuestra mente en otra realidad, en el momento real donde estamos. La mala noticia es que dejaremos de ser grandes cineastas.

Saber y decir que sabes

Existe una notable diferencia entre decir o pensar que sabes hacer algo y hacerlo realmente. Veamos esta diferencia con un ejemplo: en España hay mucha gente que sabe jugar al fútbol, pero solo sentados desde el sofá. Desde esta comodidad habrán jugado miles de partidos, pero dudo mucho que ninguno de ellos haya tocado un balón desde sus años mozos.

Esto nos pasa con muchas cosas, creemos que sabemos hacer algo porque pensamos en cómo se hacen las cosas, pero esto es muy diferente a ponerse a hacer las cosas.

972456No es lo mismo saberte la receta de la tortilla de patata, que ponerte a hacer una tortilla y notar que al pelar las cebollas te lloran los ojos, que al echar las patatas te puede saltar el aceite, o que en momento crítico de darle la vuelta a la tortilla se te puede caer al suelo. Todas estas son sensaciones que no se tienen cuando se piensa en la receta. Ahora bien, la cuestión es quién es el valiente que se mete en la cocina y hace la tortilla.

 

 

 

656114Hay quien dice “saber” hacer las cosas, pero en realidad lo que saben es el “cómo” se hacen las cosas. En realidad son dos tipos de saberes diferentes. No creo que los niños que se ponen a jugar al futbol en un campo perdido de África sepan ninguna teoría o técnica de futbol, y sin embargo pueden llegar a jugar perfectamente. En ocasiones un tipo de saber complementa al otro, y en ocasiones uno puede prevalecer sobre el otro.

Sin embargo, para mí, es en el hacer donde se encuentra el aprendizaje, no en el inmovilismo. En el hacer se encuentra la duda, el “error”, las posibilidades de mejora, el crecimiento… Es la teoría puesta en acción. Y no sirve de nada, o sirve de relativamente poco o para otras cosas, la experiencia de otros. Es tu propia experiencia la que te hará crecer.

¿Y qué ocurre si llevamos esto a otros ámbitos? Puede que sepas muchas cosas, que tengas mil ideas en tu cabeza, pero si nunca te metes en la cocina, nunca serás capaz de hacer una tortilla.