Saber y decir que sabes

Existe una notable diferencia entre decir o pensar que sabes hacer algo y hacerlo realmente. Veamos esta diferencia con un ejemplo: en España hay mucha gente que sabe jugar al fútbol, pero solo sentados desde el sofá. Desde esta comodidad habrán jugado miles de partidos, pero dudo mucho que ninguno de ellos haya tocado un balón desde sus años mozos.

Esto nos pasa con muchas cosas, creemos que sabemos hacer algo porque pensamos en cómo se hacen las cosas, pero esto es muy diferente a ponerse a hacer las cosas.

972456No es lo mismo saberte la receta de la tortilla de patata, que ponerte a hacer una tortilla y notar que al pelar las cebollas te lloran los ojos, que al echar las patatas te puede saltar el aceite, o que en momento crítico de darle la vuelta a la tortilla se te puede caer al suelo. Todas estas son sensaciones que no se tienen cuando se piensa en la receta. Ahora bien, la cuestión es quién es el valiente que se mete en la cocina y hace la tortilla.

 

 

 

656114Hay quien dice “saber” hacer las cosas, pero en realidad lo que saben es el “cómo” se hacen las cosas. En realidad son dos tipos de saberes diferentes. No creo que los niños que se ponen a jugar al futbol en un campo perdido de África sepan ninguna teoría o técnica de futbol, y sin embargo pueden llegar a jugar perfectamente. En ocasiones un tipo de saber complementa al otro, y en ocasiones uno puede prevalecer sobre el otro.

Sin embargo, para mí, es en el hacer donde se encuentra el aprendizaje, no en el inmovilismo. En el hacer se encuentra la duda, el “error”, las posibilidades de mejora, el crecimiento… Es la teoría puesta en acción. Y no sirve de nada, o sirve de relativamente poco o para otras cosas, la experiencia de otros. Es tu propia experiencia la que te hará crecer.

¿Y qué ocurre si llevamos esto a otros ámbitos? Puede que sepas muchas cosas, que tengas mil ideas en tu cabeza, pero si nunca te metes en la cocina, nunca serás capaz de hacer una tortilla.

Desarrollo del arte y de las habilidades comunicativas en la educación.

Hace poco nuestro querido Ministro de Educación anunció una reducción en las horas dedicadas a la educación artística en la escuela. No tengo ni idea de los razonamientos (porque espero que alguien haya pensado sobre ello y lo pueda argumentar), pero creo que es un gran error por diversos motivos.

En cuanto a la Música se refiere, España es uno de los países de Europa con menor cultura musical (y no voy a hablar de la danza o el teatro). Todavía recuerdo una anécdota al 1012835hilo de esto de mi etapa de estudiante. Era casi Navidad y en la universidad de Bath nos invitaron a los estudiantes a la Abadía a cantar villancicos. Allí había gente de muchos países, e incluso de distintas religiones, y nos dieron un cuadernillo de partituras para que todos pudiéramos cantar. ¿Adivináis quiénes eran los que no sabían quė hacer con aquello? Pues sí, allí estábamos los españoles mirándonos los unos a los otros y esperando a que apareciera alguien con una pandereta.

El hecho es que no es sólo cuestión de cultura o de desarrollo cognitivo o de fomento de la creatividad lo que se va a perder, si no que también se van a perder las llaves de la felicidad.

998656El disfrute de una obra de arte, sea cual sea, es fundamental en nuestra vida. Ser capaces de apreciar los matices de una melodía, o la sutileza de una pintura o la fuerza de un diálogo de teatro, permiten que nuestra vida se enriquezca y nosotros crezcamos como personas.

La música, la danza, el teatro o la pintura nos permiten expresarnos a través de otros lenguajes, comunicar nuestras emociones, sentirnos libres, soñar

Cuanto más conoces un arte, más capacidad tienes de valorarlo y disfrutarlo. ¿Y cómo se va apreciar algo que no se conoce? Por favor, que las mentes pensantes de este país nos devuelvan las llaves de las emociones  y de la felicidad.

Acompañar. Escuchar. Estar presente.

¿Cuántas veces has pensado en hacer algo, pero luego no encuentras el momento o las fuerzas para ponerte a ello? Postergas y encuentras mil excusas para no hacerlo.

587578La cuestión es que muchas veces estas ideas nos las creemos a nivel intelectual, pero nuestro cuerpo no se ha enterado de nada. Somos capaces de dar vueltas y vueltas a lo mismo para no llegar a ninguna conclusión, o llegar a conclusiones con las que nos sentimos incómodos. Y ahí está el quid de la cuestión, se nos olvida tener en cuenta en nuestras decisiones qué es lo que sentimos.

Nuestro cuerpo tiene mucha más información de la que nos podemos imaginar. En nuestro cuerpo se encuentran almacenadas nuestras experiencias pasadas: miedos, alegrías, sorpresas,… y que de forma inconsciente nos ayudan o paralizan ante la acción.

¿Y qué ocurre cuando esos miedos inconscientes nos paralizan? Puede que ese mal-sentir nos esté alertando de algo real, pero también puede que sea una falsa alarma. ¿Y cómo saberlo? Escucha a tu cuerpo, reconoce lo que estás sintiendo, y dale su espacio, acéptalo. Y después a ponerse a la acción: bien sea para tomar otro camino o bien sea para enfrentarnos a ese miedo irracional. Mi entrenador de baloncesto siempre decía que las agujetas se quitan corriendo más, pues esto es algo parecido: el miedo se quita haciendo, mirándolo a la cara y valorando la realidad de este miedo.

IMG_0146Vivimos en una sociedad en la que nos dicen que todo es peligroso y puede tener unas consecuencias desastrosas, la sociedad del miedo: “no corras que te vas a caer”, “no digas eso por si te quedas sin trabajo, porque según están las cosas…”, “cuidado con votar a este o aquel porque a saber…”, “cuidado con lo que dibujas…” y así podría estar indefinidamente. Escuchas la radio o la televisión y presentan un mundo lleno de peligros y conflictos, cuando la realidad es mucho más bella que todo eso.

Y cuando las decisiones de nuestra vida son tomadas desde el miedo, sin integrar la realidad de lo que pensamos y sentimos, de nuestra propia realidad, no son verdaderas decisiones, porque no podemos hacernos plenamente responsables de sus consecuencias. Serán las decisiones de otros, no las nuestras.

Así que si quieres algo en tu vida, escucha a tus pensamientos que son el lenguaje del cerebro, y también a lo que sientes, tus sentimientos, que son el lenguaje del cuerpo, y haz que los dos vibren al unísono, y así no habrá nada ni nadie que te pueda detener.

Andar con paso firme hacia el futuro

No es raro que tengamos gente próxima a nosotros que está pasando por momentos difíciles, bien sea por enfermedades, falta de trabajo, duelos…¿qué hacer en estas ocasiones?

 Comenzaré por reflexionar sobre qué es lo que sentimos nosotros que tenemos o queremos hacer. Muchas veces nos sentimos descolocados ante el dolor 601123de los demás, porque el dolor de los demás nos incomoda. Nos gustaría que ese dolor desapareciera y con él también nuestro malestar. Sin embargo, esta postura sería poco respetuosa con el proceso de la otra persona. Así que el primer punto sería tomar consciencia sobre dónde surge esta necesidad de ayuda: tal vez sea una por razón social, tal vez resuene algo en nuestro interior, o quizá sea porque alguien nos ha dicho que es lo que hay que hacer. Sin embargo, esta necesidad de ayudar impide la ayuda, porque no es la otra persona, somos nosotros a los que prestamos atención.

Por otro lado, ¿qué es lo que busca la otra persona cuando pasa un mal momento? La mayor parte de las ocasiones lo que busca es sentirse acompañado.  No busca en nosotros soluciones, las verdaderas soluciones tienen que surgir, con ayuda o sin ella, de ellos mismos.

Y efectivamente acompañar es un arte, saber cuál es la justa medida del acompañamiento no es fácil.

147069En ocasiones solo hay que estar ahí para escuchar y dejar que la otra persona pueda compartir lo que siente creando un clima de confianza, y añadir alguna pregunta que amplíe su modo de ver el mundo (lo cual es también otro arte).

 Otras personas prefieren no hablar sobre lo que les está pasando, pero necesitan saber que no están solas. Y hay mil y una formas de hacérselo saber, porque además este tipo de personas suelen ser muy sensibles y captan perfectamente los detalles: una llamada, un mensaje, unas cañas… pueden ser más que suficientes.

 112825Y luego están los mendigos de soluciones: las víctimas. Esos que piensan que los demás tienen que solucionarles la vida y que el mundo gira alrededor de ellos. En estas ocasiones es muy tentador convertirse en el “solucionador”. Esta actitud empodera mucho, y nos puede hacer sentir muy bien. Pero, ¿es esto lo que le va a ayudar a crecer a esa persona y a tomar las riendas de su vida? Pues ya te digo yo, por experiencia, que no. Por eso comenzaba, haciendo la reflexión sobre nuestra posición a la hora de ayudar. ¿Cuál es el foco, nosotros o el otro? Si nuestro foco es el otro, podremos ayudarle a crecer y encontrar su propio camino desde el respeto. Si el foco está en nosotros conseguiremos sentirnos bien, pero no ayudar realmente a la persona.

En cualquier caso, el acompañar siempre pasa por el encuentro de dos almas en un espacio y un tiempo, y desde ese punto el amor que surge siempre será sanador.

Gestión de la incertidumbre. Preocupaciones

Pues la verdad es que los hacemos regular, o por lo menos yo tengo un amplio margen de mejora.

Desde que comenzamos el colegio aprendemos a analizar lo que nos ha ocurrido y a programar lo que sucederá,991804 y estamos continuamente haciendo trabajar a la mente en este sentido. Esto está muy bien para preparar un viaje, hacer la compra o para saber cuándo cruzar un semáforo; pero esta técnica no es muy buena para gestionar preocupaciones, dudas, o cuestiones de otra índole. Porque en estos casos lo que hacemos es pensar y repensar  todas las posibilidades, una y otra vez, hasta conseguir tener un buen dolor de cabeza.

Así que parece que e>sta no es la forma óptima de encontrar una respuesta. La razón es que hemos aprendido a pensar de una manera determinada, y lo que al final hacemos es volver a las preguntas de siempre y obtener las mismas respuestas.  Nuestro cerebro transita una y otra vez los mismos surcos, esto hace que cada vez recorramos con mayor habilidad esos caminos, cual hámster en una rueda, aunque con los mismos resultados de siempre. De todo esto se encarga nuestro cerebro analítico, que hay quien dice que está alojado en el hemisferio izquierdo (aunque según recientes estudios la cosa no está tan clara).

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Por suerte, parece que hay una tercera opción, la de crear nuevos pensamientos, nuevos surcos en nuestro cerebro que nos lleven a nuevas respuestas. Para esto debemos dejar entrar en el juego a un nuevo participante: nuestro cerebro creativo e intuitivo (que hay quien lo relaciona con el hemisferio derecho) y que no suele estar muy explotado. Para empezar a utilizarlo,  el primer paso es activar la confianza en nosotros mismos y en nuestra capacidad para encontrar las respuestas. El siguiente paso es orientar nuestra atención a cosas nuevas (conversaciones con amigos, libros, películas,…), a través de las cuales puede llegar la respuesta, es decir, aunque parezca contradictorio, dejar de buscar la respuesta. Y el tercer paso, y más importante sin duda para mí, consiste en dejar de controlar a nuestro ego, que es lo que le encanta al cerebro analítico.

947419Yo recuerdo que cuando estudiaba la carrera y tenía que hacer un problema que no sabía cómo resolver, lo dejaba en barbecho y me olvidaba de él; y de repente me venía a la cabeza la forma de hacerlo (a veces en mitad de una comida, para mosqueo de mi madre) y me tenía que levantar corriendo para apuntar cómo resolverlo. En la carrera a este tipo de problemas los llamábamos de “idea feliz”, por algo será…

Conclusión, que nuestro cerebro analítico lo tenemos sobre explotado, mientras que la parte encargada de la creatividad, la imaginación, la intuición, etc… está en paro. Y es esta parte la que realmente nos puede ayudar a encontrar soluciones y hacer nuestra vida un poco más feliz. Así que te invito a darle un poco de trabajo para que no se atrofie.

Activar nuestra capacidad de sorprendernos. Curiosidad. Sorpresa.

La verdad es que veo poco la televisión, pero soy consciente de los recursos que se utilizan para captar nuestra atención y sorprendernos. Y últimamente de forma muy evidente, se ha dado una vuelta de tuerca a dos temas de los que, de alguna forma, somos adictos: el sexo y la comida. Y en efecto, causan sorpresa, aunque no siempre se trata de una sorpresa positiva.

La cuestión es que este bombardeo de “sorpresas”, hace que nos evadamos y nos alejemos de los pequeños detalles que convierten la vida real y cotidiana un lugar realmente bello y sorprendente.

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Cuántas veces pasamos por alto cosas que son maravillosas: cómo una pequeña semilla puede llegar a convertirse en un gran árbol, cómo a partir de dos pequeñas células, que nuestro ojo no alcanza a ver, se crea un nuevo ser humano; cómo entre millones de personas que hay en el mundo puedes encontrar a tu alma gemela; cómo a partir de un poco de harina, agua, sal y calor se puede hacer pan… Y así un largo etcétera… Por no hablar de internet (si mi abuelo resucitara, ¡¡¡no me puedo ni imaginar qué diría!!!). Sin embargo, buscamos la grandeza de la vida en cosas lejanas a nosotros, cuando los milagros están mucho más cerca.

601226A mí me encanta la capacidad de asombro de los niños pequeños. Se les pueden contar el mismo cuento mil veces seguidas (bueno igual mil no, pero diez o quince sí), y aun sabiéndose el final, disfrutarán de él como la primera vez. Son capaces de distinguir nuevos detalles, apreciar los diferentes tonos de voz que tú utilizas, fijarse en algún color o en algún personaje que esté en el cuento…Esto convierte cada experiencia en única.

¿Y qué nos pasa a los adultos? Parece que según vamos cumpliendo años nuestra capacidad de sorpresa va disminuyendo, damos por hecho cosas que realmente son extraordinarias e increíbles. Y poco a poco, nos alejamos de experimentar y saborear la vida auténticamente.

En la vida de todos de nosotros quedan muchas primeras veces de las que disfrutar. Y yo deseo hacer cada uno de mis días una primera vez. ¿Y tú?