El miedo, al igual que todas las emociones, si sabemos cómo gestionarla tiene un papel fundamental en nuestra vida.
En concreto, el miedo nos protege frente a las amenazas que podamos tener y hace que actuemos para protegernos, cada cuál de la mejor forma que sabe.
Durante el confinamiento, una de las emociones predominantes ha sido el miedo: el miedo a contagiarnos o la que alguien cercano a nosotros se contagiara.
Y es posible que esa emoción se esté trasladando, ahora durante el desconfinamiento y haya gente que prefiera quedarse en casa. Pero esta forma de afrontar la situación tampoco es saludable.
1. ¿Para qué sirve el miedo?
El miedo es una de las seis emociones básicas que compartimos con todos los mamíferos. Gracias a todas estas emociones el hombre, como especie, ha sido capaz de sobrevivir y llegar hasta el día de hoy.
Todas estas emociones tienen una función concreta y en el caso del miedo su función es protegernos frente a las amenazas como el Covid.
Imaginemos por un momento que tenemos que salir a la calle y tenemos que cruzar una carretera. El miedo a que un coche nos pille, nos hará pararnos, mirar a un lado y a otro, y cuando no venga ningún coche, cruzar.
Así que tener miedo, en ese caso, nos ayuda a sobrevivir. Pero siguiendo con este mismo ejemplo, supongamos que no tenemos miedo y cruzamos sin mirar. Existe una alta probabilidad de que nos pille un coche.
Con miedo no llegarás lejos, pero sin él tampoco.
2. Reacciones ante el miedo
Como decía antes, el miedo es una emoción básica y en ocasiones es inconsciente. Ante una amenaza, real o ficticia, nuestro sistema reacciona para protegernos, y en ocasiones no sabemos en qué consiste la amenaza, aunque nuestro inconsciente haya advertido que hay algo que no le gusta.
Así que cuando nuestro sistema nervioso se pone en alerta, cada persona utiliza los mejores recursos que tiene a su alcance para sobrevivir. Hay quien decide esconderse, otros prefieren salir corriendo, y hay quien se enfrenta a la amenaza.
Durante el tiempo que hemos estado confinados, de alguna forma hemos estado escondiéndonos de la amenaza que suponía el Covid. Y de esta forma nos sentíamos protegidos.
La cuestión es que esa forma de relacionarnos con la amenaza no la podemos mantener eternamente, ya que no es lo que se llama una reacción adaptativa.
Es decir, una reacción que se adapte a la situación real en la que nos encontramos en estos momentos, en los que es necesario ir retomando las actividades, y cuando parece ser que el número de personas que están infectadas ha disminuido de forma considerable.
Y aunque el “miedo es libre”, es importante aprender a gestionar eso qué sentimos y adaptarlo a las circunstancias reales. Porque también ocurre que en ocasiones nuestra mente es capaz de crear y hacer grandes situaciones de amenazas con el objetivo de protegernos, pero esa sobreprotección puede llegar a paralizar nuestra vida.
3. Prevención frente al riesgo
Una de las máximas que recuerdo del mi formación en Prevención en Riesgos Laborales es: “No existe riesgo cero”. En la vida no existe el riesgo cero, siempre estamos expuestos a multitud de peligros y amenazas, es parte del juego de la vida.
Otra cuestión es cómo aprendemos a gestionar esos peligros o esas amenazas, y qué podemos hacer para disminuir la probabilidad de que nos pase algo.
No existe el riesgo cero.
A día de hoy, el Covid es una amenaza, y salir a la calle supone un riesgo de poder contagiarte. Ahora bien, ¿cómo de grande es ese riesgo? Y sobre todo, ¿qué podemos hacer para minimizar ese riesgo? Esa es la clave.
Todas las informaciones señalan que si adoptamos las medidas de prevención que nos indican, la probabilidad de contagiarnos es muy pequeña. Entonces, ¿por qué seguir teniendo miedo? ¿Por qué hay mucha gente que sigue teniendo miedo a salir?
Como decía antes, el miedo es libre. Y en el miedo entran en juego una serie de factores que a veces son inconscientes, y que hacen que adoptemos medidas sobredimensionadas.
4. Recursos para salir sin miedo
Bueno más bien habría que decir, recursos para salir con el miedo justo. Porque el miedo ajustado a la realidad hará que mantengamos un estado de alerta suficiente para adoptar las medidas de precaución necesarias y de alguna forma “normalizar” nuestro día a día.
- Ser consciente de tu miedo. Reconocer que tienes miedo es fundamental. Es lícito sentir miedo, por mucho que la gente diga, estás en tu derecho de tener miedo.
- Si todavía no has salido mucho, comienza por hacer “excursiones” cortitas a sitios abiertos donde te sientas seguro.
- Haz una lista de todos los peligros que puedes tener y establece la probabilidad de que esto se haga real. Este es un ejercicio consciente, pero que llegado el momento, si se dispara el “modo inconsciente”, puede ayudarte a tomar perspectiva.
- Pon en práctica el método RAIN del que ya te he hablado.
- Lleva tu atención al momento presente. Mindfulness es una herramienta maravillosa para ayudar a gestionar el miedo, porque muchas veces la cabeza se dispara y hace más grande las amenazas. Por eso puede ser bueno, que durante esas salidas tomes conciencia de tu respiración o incluso, justo antes de salir que hagas alguna meditación cortita para centrar tu mente.
Una de las cosas que hace Mindfulness, a través de una práctica regular, es estabilizar lo que sentimos, haciendo que nuestro inconsciente no tome el mando de nuestra vida, y podamos manejarnos mucho mejor en situaciones de estrés.
Y si aún así te resulta complicado salir, no dudes en contactar con un especialista para tomar las riendas de tu día a día.
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