Un signo de una sana inteligencia emocional es ser capaz de gestionar estas tres emociones que muchas veces nos resultan tan incómodas, y sin embargo son tan necesarias para manejarnos en la vida.

De hecho, mucha gente habla de estas emociones como las “emociones negativas”, y desde un punto de vista de agrado o desagrado se podrían clasificar así. Sin embargo, estas tres emociones son fundamentales, como especie y como seres individuales, para sobrevivir.

Estas tres emociones nos han ido ganando terreno durante el confinamiento y la pandemia, y es importante aprender a reconocerlas y gestionarlas. Te cuento por qué.

Inteligencia Emocional: Miedo, tristeza y enfado

  1. Miedo
  2. Tristeza
  3. Enfado

Hombre con mascarilla: Love over Fear. Amor frente a miedo.  1. Miedo

¿Quién dijo que correr es de cobardes? Sentir miedo y salir corriendo hizo que los hombres de las cavernas sobrevivieran cuando un tigre dientes de sable les perseguía.

Sentir miedo es una de las emociones básicas que compartimos con todos los mamíferos y que cuando se activa de manera reactiva da lugar a tres reacciones instintivas: huir (correr), luchar contra la amenaza o paralizarse (como las liebres cuando en mitad de un camino son sorprendidas por las luces de un coche).

Sentir miedo hace que tomemos las medidas necesarias para proteger nuestra vida.

Al sentir miedo de coger el Covid-19 tomaremos todas las medidas que sabemos para protegernos: mascarilla, distancia, lavado de manos… Así que el miedo nos está ayudando. Es lo que se dice desde un punto de vista técnico, una reacción adaptativa.

El problema viene cuando hacemos muy grande ese miedo, tan grande que ocupa tanto espacio en nuestra mente y en nuestra vida que nos bloquea y perdemos la perspectiva del riesgo, bien sea por exceso o por defecto. Podemos creer que a nosotros no nos va a pasar nada o bien pensar que cualquier persona o situación supone una amenaza, y que podemos coger el Covid en cualquier esquina. En ambos casos el resultado es que este miedo nos impide llevar una vida “normal”, o por lo menos lo más adaptada a la situación en la que nos encontramos.

Decía Aristóteles que la virtud se encuentra en el término medio, ni por exceso ni por defecto. Encontrar ese punto medio a la hora de percibir una amenaza, algo que nos da miedo, marca la calidad y el bienestar de nuestra vida.

2. Tristeza

Niña triste. Pensativa. Expresión de tristeza. Emoción básica.Cuántas veces se les dice a los niños (a ellos y no a ellas), “Pero no llores… que los niños no lloran”. Por suerte cada vez se oye menos este tipo de cosas, porque sentir tristeza y permitir expresarla es necesario en nuestras vidas.

Durante estos meses hemos perdido muchas cosas: abrazos, encuentros, viajes, incluso sé de personas que han aplazado su boda. Por no hablar de los meses que estuvimos confinados. Todo eso nos ha generado mucha tristeza, y es una emoción, que más allá de cómo la expresemos, está presente en nosotros, habita en nuestro cuerpo. 

Cuando nos permitimos expresar esa tristeza, se aligera. Viene a ser eso que decían las abuelas de que “las penas compartidas son menos penas”.

Pues expresar nuestra tristeza nos hace más humanos y tiene como objetivo básico que la tribu, nuestros seres cercanos, nos acompañen y alivien en ese proceso de pérdida, y nos ayuden a gestionar nuestro dolor.

Así que si te sientes triste permítete llorar, gritar, salir a correr, contarle las penas a un amigo, a tu pareja… No hace falta publicarlo en el BOE, simplemente encontrar el momento y el espacio en el que te sientas cómodo para expresar este sentimiento de pérdida de una manera saludable.

Encuentra el momento apropiado para expresar tu tristeza.

3. Enfado

Hombre gritando enfadado. Expresión de enfado. El otro día un amigo me comentaba que su padre estaba enfadado con el Covid y con el mundo, que a la mínima de cambio estaba de mal humor y saltaba.

De alguna forma, el tiempo que está durando esta situación y todo lo que se está moviendo a su alrededor ha superado nuestros límites. Estamos hartos y queremos que esto acabe.

Pero hay cosas que no están en nuestra mano cambiarlas, por mucho que gritemos o estemos de mal humor, el mundo no va a volver a la normalidad porque nosotros lo queramos.

Así que no queda otra opción que aceptar y reconducir ese enfado.

Hace unos meses escribía el método de gestión emocional RAIN y cómo te puede ayudar a gestionar el enfado y que te animo a que leas.

Es lícito estar enfadados por todo lo que está pasando y al igual que con el miedo o la tristeza, es necesario expresarlo, eso sí, de manera saludable. Puedes salir a correr, gritar, incluso jurar (sin decírselo a nadie directamente), o bien meditar o dar puñetazos a un saco de boxeo. Vale todo aquello que te permita mover todo eso que está pasando en tu cuerpo sin lanzarlo contra nadie.

 De lo contrario, lo que puede ocurrir es que te vayas calentando como una olla exprés y explotes con alguien que no tiene nada que ver con todo lo que te está pasando a ti por dentro. ¿Soy la única que le pasa esto? Estoy segura que no, porque expresar saludablemente las emociones, el enfado, es todo un aprendizaje.

Y para rematar la cuestión te diré que estas tres emociones son de alguna manera “primas hermanas”; en el sentido de que a veces nos sentimos tristes y lo expresamos como si estuviéramos enfadados. O nos enfadamos y los expresamos en forma de tristeza. O sentimos miedo y lloramos.

Esto hace que podamos sentirnos confusos o que las personas que están cerca también se sientan desconcertadas con lo que te pasa. Pero si nos paramos un momento, y nos permitimos mirar hacia dentro, sin juicios y sin miedo, podremos descubrir la emoción básica que se esconde y expresarla, y poder sacar un aprendizaje de aquello que nos ocurre en la vida. Todo un reto, ¿te animas?

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