Una de las principales causas de infelicidad, de estrés y de ansiedad es querer controlar todo lo que nos rodea, y a veces, es necesario soltar el control y confiar, confiar en ti y confiar en el futuro.
Es una ilusión pensar que podemos tener la vida bajo control, que todo se puede planificar y que nuestros planes tienen que salir al milímetro, sin margen para la incertidumbre, para la sorpresa , positiva o negativa. Y, ¿qué nos ocurre cuando los planes no salen cómo esperábamos? Aparece la frustración, el enfado, la rabia… y muchas veces vienen acompañados de miedo, que es el primo hermano de la ansiedad y el estrés.
Recuerdo en mis tiempo de Erasmus (fui chica Erasmus en Bath, una preciosa ciudad del sureste de Inglaterra) y coincidí allí con una chica sueca que hablaba un inglés perfecto, lo que se llama un BBC. Y un día Katerina, que así se llamaba, que comentó que estaba un poco sorprendida porque los ingleses “no hablaban bien”, y que no seguían las reglas de gramática que venían en los libros. Y había llegado a la conclusión que tenía que para entenderse con ellos tenía que olvidarse de todas las reglas que había estudiado y centrarse en la comunicación. También te diré que hasta que llegó a esa conclusión y la aceptó pasó unas semanas bastante jorobadas.
Romper los planes y confiar
Pues eso mismo pasa en la vida, que vamos con nuestros esquemas, nuestros planes, nuestra gramática y luego nos tenemos que adaptar a la realidad.
No seré yo la que diga que no se tengan planes. Tenemos que tener un plan para conseguir nuestros objetivos. Pero una vez hecho el plan, el reto está en ser capaz de flexibilizarlo para avanzar sin sufrimiento. Los planes están para cambiarlos, si es necesario. Esto se trabaja mucho en cualquier proceso de coaching, trazar un plan y avanzar adaptándonos a la realidad, viendo las dificultades que se presentan y superándolas.
Los planes están para cambiarlos, si es necesario.
Y claro que me siento enfadada cuando aparecen reveses en la vida (imagínate el descoloque puede hacer el coronavirus para un autónomo), pero una vez que ha pasado, que los hechos están ahí, ¿qué pasa conmigo? Esa es la cuestión fundamental. Puedo seguir enfada eternamente o parar, y decidir qué hacer con esta nueva situación. Si sigo con el mismo plan que tenía antes, voy mal.
Pero volvamos al tema del control. El control es una ilusión, que en cierta manera necesitamos porque nos hace sentirnos seguros; pero la verdad es que no hay nada seguro (excepto la muerte, como decía mi abuelo). Lo que es seguro hoy, puede que mañana no sea tan seguro.
La seguridad viene de la confianza en uno mismo.
Control, seguridad y felicidad
La cuestión es que ponemos nuestra seguridad, y por extensión nuestra felicidad, en manos de lo externo: de conseguir un trabajo, comprarnos un coche nuevo, ganar más dinero, comprarnos unas zapatillas nuevas… Y se nos olvida que la seguridad viene de la confianza, de mirar en nuestro interior y poner en valor nuestros talentos, y desde. Ahí extender la mirada para poder confiar en los demás.
Son nuestros miedos los que nos hacen querer controlar lo incontrolable.
Este también lo podemos llevar al ámbito laboral. Cuando un responsable de equipo , por ejemplo, tienen una obsesión por el control, antes de anda, debe poner la mirada en sus fortalezas y mirar de frente sus miedos para darse cuenta de que no hay nada que controlar, que es desde la confianza en sí mismo y en los demás como el trabajo y el equipo pueden avanzar.
Así que desde aquí te animo a mirar hacia dentro y encontrar sus fortalezas para soltar y confiar en ti mismo y en la vida.
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