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Cooperar frente a competir

En las empresas se ve, en el mundo científico, en los colegios se ve… Nos educaron para competir. Y sin embargo, el resultado de esta competencia no hace que vivamos en ni más felices, ni que los resultados sean mejores, ni nos sintamos realizados. Es más, la crisis que estamos viviendo ha puesto sobre la mesa la debilidad de un sistema basado en la competencia.

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Hace unos meses hablaba con un amigo sobre por qué se fomentan los concursos (de dibujos, de disfraces, etc…) para los niños pequeños.  Y mi amigo me lo explicó rápidamente: “Así se preparan para la vida que les espera, la sociedad funciona así. Tienen que aprender a competir. Por ejemplo, cuando vas a buscar trabajo estás compitiendo.”  Sin embargo, la “sociedad” es un ente vacío de contenido. ¿Alguien alguna vez ha tocado a la “sociedad”? ¿Ha hablado con ella? Yo conozco a personas que viven y construyen su realidad, su vida, pero no sé de una sociedad que determina lo que hacemos o dejamos de hacer en nuestra vida, eso lo elegimos cada uno de nosotros.

Si invertimos nuestro tiempo en compararnos, en competir, en hacer lo que sea para llegar a ser mejor que el otro; entonces dejamos de invertir ese tiempo en ser nuestra mejor versión, alejándonos de nuestro verdadero camino. Y esto se aplica no solo a las personas, si no también a las empresas, donde se vive la competición llega a ser interna, entre los distintos departamentos.

1330423_30661575Y aunque a mí me han educado con esta filosofía, me he dado cuenta que esto no nos lleva a desarrollarnos verdaderamente. Y por eso  me he convertido en fan de la Educación Cooperativa, en la el conocimiento se construye entre todos, y en la que el niño que tiene un talento especial para algo, ayuda a que los otros lo desarrollen, permitiendo así que se adquieran competencias y habilidades que le serán útiles en la vida real; y en la que cobra gran importancia el grupo, como en la vida misma.

Esta metodología choca, sin embargo, con los principios que nos enseñaron a muchos de nosotros cuando éramos pequeños  y que siguen vigentes en nuestra sociedad.  Por ello, muchos padres ante esta metodología sienten vértigo y se plantean cuestiones sobre si este tipo de enseñanza va a retrasar su hijos o si sus calificaciones se van a ver afectadas por el grupo…Y aunque estas dudas son lícitas, la realidad es que esta metodología respeta y valora la singularidad de cada niño y es muy cercana a la vida real, fomentando, además, valores, tolerancia y respeto por el otro.

La “sociedad” no se puede cambiar, pero sí que podemos cambiar cada uno de nosotros nuestra forma de entender el mundo y además trasmitirlo a las nuevas generaciones: Educar en la cooperación, es educar para la vida.