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Dentro de poco comenzaremos el “día a día”, nuestras rutinas, horarios, comidas… y todo parecerá envuelto en un halo de monotonía, como si todos los días fueran el mismo. Tal vez nos cueste distinguir entre un martes y un jueves, salvo porque ese día nos toque ir al gimnasio en vez de ir a clase de inglés. Y todo volverá a ser “como siempre”.
Con esa perspectiva solo queda espacio para volver a esperar a que lleguen de nuevo las vacaciones e ilusionarnos de nuevo con algo. Esta es la forma de vida en la que parece que nos hemos imbuído y con la que funcionamos hoy en día. Y sin embargo, hay tantas cosas por la que ilusionarnos.
La palabra ilusión, está relacionada con la capacidad que tenemos de imaginar cosas que no están basadas en la realidad. Así se habla de ilusiones ópticas que aparentemente nos están engañando y que dan lugar a interpretaciones “engañosas”, como aquel que ve agua en el desierto. Pero puesto que la ilusión proviene de la capacidad de imaginar cosas, podemos imaginar cosas que no concuerdan con la actual realidad y llevarlas a cabo. Esto es, podemos hacer realidad nuestros sueños.
Esto es lo que han hecho este verano los deportistas que hemos visto desfilar en las Olimpiadas de Río. Han hecho realidad sus sueños, sus ilusiones. Realidades que antes de que ellos las cumplieran no eran factibles, o eso piensan los que anteponen los límites a los sueños. ¿Quién iba a imaginarse que un nadador pudiera conseguir 26 medallas de oro? ¿O que Ledeky, con esa forma tan especial de nadar, fuera capaz de pulverizar los récords mundiales de esa manera? ¿O que el señor Bolt (a su edad, como dicen algunos) fuera capaz de seguir siendo el hombre más rápido del mundo?
Todos estos deportistas, y en realidad todos los que ha participado, tenían una ilusión, un sueño, que llevaba siendo fraguado desde hacía al menos cuatro años. Cada día entrenaban para ser un poco mejores que el anterior, poniendo su atención en aquello que deseaban. Cada día durante cuatro años, 1.460 días, se levantaban, entrenaban y se imaginaban cómo sería ir un poco más allá que el día anterior, superando sus propios límites. Y no todos han llegado a conseguir medallas, ni han salido en las noticias; estos solo han sido unos pocos. Y sin embargo, todos ellos han estado trabajando día a día por su ilusión, por sus sueños, y aunque no hayan podido conseguir una medalla, sí han sido capaces de superar sus límites, de vibrar, de soñar y luchar por aquello en lo que creían, en definitiva de vivir.
En una sociedad donde todo es inmediato, donde la alegría es tan efímera como el dolor, y donde todo es para ya, ser capaz de mantener la ilusión durante 4 años, se me hace cuanto menos osado y digno de admiración.
¿Y qué tiene esta gente para poder lograrlo? ¿Qué los hace especiales? Además de contar con unas condiciones adecuadas para el deporte que practican, existen una serie de disposiciones que les diferencias:
- Son gente que cree en sí misma por encima de todo, que se conocen y conocen sus límites, pero utilizan esos límites como referencia de superación, no como obstáculo,
- Saben que los resultados son una combinación de condiciones físicas y de trabajo mental.
- Ven cada “error” como una fuente de aprendizaje.
- Se fijan en los que son mejores que ellos para aprender; y reconocen sus logros.
- Saben que los resultados no son inmediatos, se requiere de un proceso, que en algunas ocasiones es más lento que en otras.
- Disfrutan con lo que hacen.
Ahora que comienza el “curso” puede ser un buen momento para ilusionarte por algo, sin tener que esperar a que lleguen las próximas vacaciones. Hay miles de cosas, sencillas que seguro que te hacen sonreír, comienza a ser consciente de que esas cosas son estupendas y puede que puedas hacerlas crecer, aprendiendo y practicando cosas nuevas.
No esperes todo un año para a volver a vivir, a disfrutar de tu tiempo, puedes hacerlo ya. Encuentra tu sueño, tu ilusión hoy mismo y comienza a disfrutar de lo que haces, porque al fin y al cabo la vida es eso, una ilusión.